sábado, 28 de mayo de 2011

Tres escenas lésbicas sin final alternativo

Hace dos o tres años, después de terminar con mi novia, me descubrí sin ganas de volver a tener una relación amorosa, pero con deseos de tener sexo. Así que emprendí la búsqueda de sexo casual. Para ello pensé en tres espacios: el chat, el bar y algunos grupos o tertulias de discusión lésbica, debo decir que mi plan se veía prometedor.

Escena 1. El chat. Siempre pensé que los chats servían como medio para conocer gente, compartir intereses, planear encuentros y conseguir sexo (virtual y no virtual) pero me equivoqué porque en los chats para lesbianas solo se habla de amor, del primer amor, del amor verdadero, del amor eterno, del amor “sin infidelidades”, del amor monogámico…..es tanta la fiebre romántica que van de un lado para el otro links con canciones de Ricardo Arjona, Alejandro Fernández y Franco de Vita acompañadas de videos con atardeceres rojizos frente al mar. A todo esto se le podía sumar la actitud melodramática de las internautas que exclamaban frases como. “me quiero morirrrrrrr, ya no creo en el amoorr” o “juro que no me vuelvo a enamorar”…

Después de leer y escuchar todo esto durante tres días, una chica se dignó a escribirme para hacerme la clásica pregunta de qué significa tu nick, lo cual una vez explicado desembocó en una larga serie de preguntas sobre nivel de escolaridad, aficiones, intereses etc. El cuestionario lo resolví en una hora y de mala gana, aunque lo peor es que yo debía hacer las mismas preguntas, para mantener el interés de la susodicha…….por fin llegó la pregunta importante Por qué entraste a este chat?...... le dije que buscaba conocer chicas para tener sexo……recuerdo que el silencio fue largo…..y se rompió con la frase, te equivocaste de lugar (vaya telenovela!)……porque aquí todas somos amigas y queremos conocer gente para relaciones serias. Yo solo alcancé a decir “pero es que yo quiero sexo en serio”…….después de eso nadie me habló …..fui expulsada cual Eva pecadora del ciberjardín de las lesbianas…….

Me quedé pensando…será que a las lesbianas no les gusta el sexo? …o será que son todas fieles, buenas, monógamas y decentes como lo demanda la norma patriarcal?...en que momento ocurrió que la imposición del patriarcado se convirtió es una aspiración lésbica? O será que la estrategia política de las lesbianas estriba en llevar a lo más alto la moralidad patriarcal? (por favor no dejen de avisarme si funciona!!!!). No hay finales alternativos para las lesbianas excepto la pareja, la casita, las mascotas y 20 años de convivencia?......es solo esto lo que podemos tener?....... Esta historia continuará…..con la escena dos y tres…..

lunes, 23 de mayo de 2011

De la discriminación a la opresión

Pocas teóricas políticas feministas han sido tan claras y concretas para analizar y describir la complejidad de la injusticia que viven las mujeres y otros grupos sociales, como Iris Marion Young (1949 – 2006). Ella rompió con la idea hegemónica del feminismo de la igualdad de que la única categoría para entender la situación de las mujeres era la discriminación: para ella esta es una idea liberal, que vuelve un asunto individual, e incluso de percepción, la situación de desventaja de las mujeres. Pero no se quedó sólo en la crítica sino que construyó un robusto cuerpo teórico para entenderla. Para ella, las mujeres vivimos, junto a otros grupos sociales, en un sistema de opresión en donde confluyen cinco tipos distintos de injusticias: Explotación porque, no podemos disfrutar de los beneficios del trabajo que hacemos sino que otros lo disfrutan y se enriquecen por ello. Marginalización, porque todavía hoy seguimos excluidas de espacios sociales tales como los trabajos de calidad o las decisiones políticas. Falta de poder, porque vivimos y trabajamos bajo la autoridad de otros, tenemos poca autonomía y difícilmente tenemos autoridad sobre nosotras mismas o sobre otros. Imperialismo cultural, porque alimentado por el racismo y el colonialismo, nuestra experiencia y nuestra situación se estereotipa, es invisible, o se tienen pocas oportunidades de ser escuchadas o de expresar nuestras posturas. Violencia, porque cada mujer como individuo, tiene el riesgo de vivir un ataque físico, psicológico o sexual o de ser amenazada con ello, sólo por el hecho de ser mujer. La vigencia del feminismo se refrenda porque ninguna de estas condiciones da muestras de transformarse en el mediano plazo a partir del orden político actual. La democracia, los partidos políticos y algunas expresiones sociales se han quedado estancadas, e incluso son funcionales a un sistema económico que se basa además de la explotación, en la desactivación de la rebeldía, de la imaginación y de la acción colectiva. El feminismo mantiene viva la denuncia acerca de que lo que vivimos no es justo ni deseable; representa la esperanza de que todo puede transformarse y de que un sistema político y económico justo, puede construirse.
Bombón

martes, 17 de mayo de 2011

Mi cuerpo es mío

Mi cuerpo es mío retumbaba en las bocas de decenas de mujeres aglutinadas al frente de la Procuraduría este martes 10 de mayo en Bogotá. Una de las consignas expresaba que el mundo va al revés porque mientras los derechos avanzan, el gobierno retrocede. El Procurador quiere “echar para atrás” la sentencia de la Corte Constitucional – 355 del 2006 - que legaliza el derecho de las mujeres al aborto en situaciones de violencia sexual, riesgo de vida de la madre y malformación del feto. La misma consigna comenzó a ser coreada en esta misma ciudad hace más de treinta años para poner en la escena pública el valor que tiene el control del cuerpo de las mujeres en la perpetuación del patriarcado. Mi cuerpo es mío no es un simple slogan. Es uno de los principios centrales de lucha de las feministas para reclamar que nuestro cuerpo, territorio de control político del patriarcado y los hombres, debe ser uno de los espacios privilegiados de la autonomía femenina. Mi cuerpo es mío, derecho al aborto, acceso a la educación sexual y a anticonceptivos, son reivindicaciones políticas que buscan hacer visible una dominación que pasa por lo más propio e inalienable: el cuerpo. Sin embargo, en el caso de las mujeres ese cuerpo ha sido históricamente expropiado por el control extremo de su sexualidad, de la reproducción, de la imagen que se construye sobre la belleza, lo sexy y lo erótico, y por la violencia simbólica, verbal y sexual que se ejerce sobre este. También por el uso del cuerpo femenino como botín de guerra y por su conceptualización como objeto sexual. A una práctica milenaria de control del cuerpo femenino, a una práctica discriminatoria que cruza género femenino, raza, clase, edad y orientación sexual, se hacen necesarias en el presente las luchas por “derechos” que garanticen la posibilidad de una vida digna a las mujeres y un trato equitativo. También procesos culturales que resignifiquen el deseo y la mirada masculina frente al cuerpo de las mujeres, y una separación tajante entre Estado e Iglesia para que el daño que ambas instituciones han hecho a la libertad de las mujeres no se siga consolidando. Desde luego, se necesita un Estado que asuma su rol como garante de la “igualdad” y del acceso a la equidad, y que no reproduzca la dominación patriarcal desde las leyes. Es urgente, por otra parte, una nueva relación de las mujeres con su cuerpo, que nos permita construir una mirada propia de satisfacción que no pase por las imposiciones culturales sobre la belleza producto del patriarcado – y en contextos como el nuestro por la colonialidad del poder que construye modelos específicos de ser bellas geopolíticamente situados - , y que así contribuya a nuestra emancipación personal y colectiva. Para que la dominación no se re-estructure exitosamente, a lo mejor se necesite pensar en el camino cómo hacer para que los derechos que se conquistan no se estanquen, e imaginar cómo construir otro Estado o forma de organización social no patriarcal, racista, sexista, clasista ni heteronormativa que permita a los distintos cuerpos existir para realmente ser. Y así ser para existir.
Bellota Foto cortesía Andrés Gómez - Periódico El Turbión

sábado, 14 de mayo de 2011

Feministas políticamente correctas, de cómo identificarlas y de cómo huir de ellas…

….seguramente las han visto en oficinas públicas, ONGs, encuentros, congresos…en fin pululan por todas partes. Se las puede identificar por esa actitud de todo vale, por sus sonrisas amplias y sus ojos brillantes (para todo el que convenga hay sonrisas). Acostumbran a citar los informes de OnuMujeres como verdad revelada, saben decir cuando toca, frases de Belén do Pará y de la Cedaw (yo creo que deben tener un llavero-librito con esas frases). Suelen congratularse con otras por lo mucho que se ha avanzado en materia de derechos de las mujeres, nunca hablan mal de nada, ni de nadie (por lo menos públicamente) porque “todo sirve” porque todo se puede conciliar, porque todo se puede negociar. Les caen bien a todo el mundo (siempre tienen las palabras precisas para dejar contentas a todas y a todos), suelen ponerse felices cuando a los espacios feministas llegan varones (ay por fin nos reconocen!!!. o no lo puedo creer se saben nuestros nombres!...ay tan lindo, usa lenguaje incluyente!!). Usan un tono de voz ni muy alto ni muy bajo (como lo demanda la medianía y el buen gusto), utilizan palabras como IVE en lugar de aborto, se ponen nerviosas cuando alguien habla de radicalidad o de lesbianas, les gusta hacer gala de su heterosexualidad (soy feminista, pero adoro a los hombres!!)……ustedes las conocen…. son las feministas políticamente correctas……

Sí……las representantes de la corrección política han invadido el feminismo y para dejar feliz a todo el mundo reparten comprensión política a la izquierda y a la derecha…..a la iglesia, al estado y al movimiento social….con ellas no hay discusión o debate acalorado o profundo…solo diálogos de amigas…

Como huir de ellas?....no lo sé….es difícil hacerlo cuando te cantan lo que quieres escuchar, son como las sirenas de la Odisea y ante eso solo queda taparse los oídos o descubrirse muy bien los ojos ( o fingir que las escuchas, mientras asientes con la cabeza, que es lo que saben hacer ellas)…para poder ver que no es tanta belleza….y que tanta corrección solo puede significar una cosa…la muerte del feminismo como proyecto transformador e innovador…

Lisa

viernes, 13 de mayo de 2011

En el día de la madre

Todavía hoy las imágenes publicitarias alrededor del día de la madre se relacionan con su abnegación, su capacidad de dar sin esperar nada a cambio, de sacrificarse, de ser sabia o de dar amor sin límites. Toda esa carga simbólica ha pesado bastante en los hombros de las mujeres quien en raras ocasiones, han podido realmente optar por ser mamás. La mayoría ha tenido que serlo aunque no se sintieran listas, porque el anticonceptivo falló, porque no tuvieron dinero o fuerza para practicarse un aborto, por presión de su pareja, su familia, por la culpa que nos siembran desde que somos niñas, o por la pervivencia del imaginario de que sólo a través la maternidad las mujeres se realizan plenamente.

Recuerdo en este día a mi mamá y las demás mamás que conozco. Sin duda se merecen un reconocimiento especial porque han trabajado duro y realmente se han puesto en segundo plano por sus hijas e hijos. Ello sin embargo, no quiere decir que considere que la maternidad tal como se concibe hoy sea deseable para todas las mujeres. Desde mi opción feminista lo deseable sería que una mujer pudiera decidir de manera libre si quiere serlo o no. Esa decisión además debería conllevar un esfuerzo por cambiar esas imágenes tradicionales de las madres por una más equilibrada, de menos sacrificio y más placer y goce para las mujeres. De otro lado, debería conllevar el respeto por aquellas que deciden no serlo. Aquellas que nunca han pensado en ser madres y aquellas que todavía no están seguras y prefieren practicarse un aborto antes que ser mamás porque el Estado, la iglesia o la familia consideran que así debe ser.

Bombón

sábado, 7 de mayo de 2011

Los partidos, las leyes y ¿las mujeres?

Hace tiempo ya que las feministas aprendimos que no se puede cambiar la realidad únicamente a través de las leyes. La primera ola feminista y las feministas llamadas de la igualdad o liberales, hicieron suya la batalla para la eliminación de leyes abiertamente discriminatorias de las mujeres primero, y luego, para formular leyes que les ofrecieran garantías para el ejercicio de sus derechos. Aunque obtuvieron grandes avances, dicha eliminación, ni la formulación de nuevas leyes, ni el discurso de los derechos humanos han sido suficientes para cambiar las condiciones de opresión y exclusión en las que todavía viven las mujeres. Esta reflexión sin embargo, no nos exime de criticar y rechazar la actitud de algunos partidos políticos que aunque todavía no es ley, buscan anular la medida que preveía la inclusión de un 30% de mujeres en las listas electorales. Los argumentos de los congresistas son viejos y trillados: “han tenido dificultad para encontrar mujeres que quieran conformar las listas”, “no han encontrado mujeres con cualidades para integrar las listas”… Aunque quedan todavía tres meses para la inscripción, por anticipado los partidos saben que no encontraran mujeres porque no las buscarán… ¿cómo se le va a pedir al patriarca regional que pierda plata al dejar inscribir en la lista sólo a sus compinches de borrachera? ¿Quién se atreve a sacar de las listas a esos brillantes y preparados varones que actualmente hacen gala de toda su inteligencia en concejos, asambleas, en la cámara y el senado? Las mujeres hacen política desde hace tiempo, se organizan y promueven la organización social y comunitaria, tejen redes sociales de solidaridad para la alimentación, en el cuidado e incluso en los servicios públicos. Pero de nada de esto se enteran los ignorantes patriarcas del congreso que sólo piensan en su propia reelección y en sacar su tajada de los ya menguados “recursos públicos”. Las mujeres deberían ser parte de esas listas y deberían estar en el poder no porque sean buenas o mejores, simplemente porque son ciudadanas y es su derecho.

Bombón

viernes, 6 de mayo de 2011

Monstruación

Cerré la puerta tan duro, cerré los ojos tan fuerte, que solo me quedé en un respiro profundo. Tenía tanta rabia, tantas ganas de llorar… Un día difícil. Me dolía el cuerpo entero. Dos o tres días después, llegó sin decir nada, y como siempre ahí estaba yo para recibirle, de nuevo, estaba lista: me había llegado el periodo. En la TV me cantaban “siéntete también feliz en esos días” y con voz empalagosa prometían estar “28 días contigo”… y me pregunto ¿es que ahora tenemos que sentirnos felices o tristes de acuerdo al calendario? ¿No me puedo emberracar también cuando tengo el periodo? A pesar de que nuestra menstruación, es inevitable, saludable y vital, extrañamente resulta teniendo atribuciones no tan positivas. Por un lado, le echamos la culpa de todo “eso debe ser el periodo”, haciendo que nuestras razones se deslegitimen de repente. Sabemos de estos cambios hormonales que nos suceden una vez al mes, pero poco hay dicho sobre la testosterona que siempre está allí, variando a su antojo para justificar oportunamente cualquier acto violento... perdón, valiente. Tampoco sé por qué de esto hablamos tan bajito. Nos convierten en monstruas de sangre azul con demostraciones de toallas que vuelan. Nos presionan para mantener en secreto, lo que nuestro cuerpo jamás podría callar ¿acaso no dicen que la sangre es “escandalosa”? No más mujeres de sangre azul. Es roja como todas las sangres. Quizá por el hecho que sea de exclusividad de las mujeres, esta experiencia tiene tantos apellidos. Tal vez si nos sucediera a ambos sexos, seguro sería tan simple como orinar (que también es un ciclo fisiológico). ¡Benditos tampones, cuánto los amo, cuán cómoda me han hecho la vida! Invito a todas las mujeres, a seguir admirando sus cuerpos, sus cuerpos únicos, a imaginar su útero, sus trompas, sus ovarios, a imaginar el movimiento de cada uno de sus óvulos. Las invito a arrebatarle a ese monstruo todos sus poderes, para derrotar cada cólico, cada prejuicio, cada idea ignorante. Las invito a escuchar nuestro adentro, a escuchar nuestro cuerpo cuando nos dice sencillamente que seguimos vivas. Burbuja